Un solo color, el azul, brilló en la tarde serrana. Azul en el cielo que cobija uno los parajes más bonitos que encontrarse en la zona. Azul en unas gradas que escribían un día para la historia del fútbol local y azul sobre el césped del campo de Las Truchas, ya que la superioridad de los de Carlos Orúe fue incontestable. Algún susto en el inicio del partido, pero se marco dos goles, que pudieron ser muchos más, con ocasiones clarísimas para Pendín, Pedro Herrera u Orihuela y penalti no señalado sobre César, aunque tampoco se pitó otro en el área de Edu Villegas, y exhibición en la segunda parte, con cinco goles, con un Guille que debutó marcando dos para su cuenta particular y asistiendo otro y con un Orúe que terminó pidiendo piedad a los suyos para no hacer más sangre a un equipo, como el local, que fue un ejemplo de deportividad y de ilusión, pero que se vio superada ante la apisonadora azulina
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